Todo está que arde

Hola mi querido lector... sí, tú, el único que aparece según las estadísticas de mi blog...

Bueno, a este paso ya te habrás dado cuenta que este blog es más personal que otra cosa y simplemente escribo para no perder la costumbre. Desempolvar un poco los pensamientos...

Lo hago público porque realmente no me interesa quien pueda leerlo, aunque quizás algún día alguien me contradiga y se atreva a escribir un comentario para hacerse notar o simplemente dar su opinión sobre la sarta de cosas sin sentido que público casi cada semana.

Tengo ganas de contarte sobre lo que quise hacer hace un momento... 

Estaba arreglando el desorden que tengo en mi armario y entre una pila de libros empolvados y de objetos basura, encontré algo que la gente común aprecia y enmarca para ponerlo en la oficina como símbolo de superación intelectual y de orgullo... sí, encontré mi título universitario.

Ese pedazo de papel representa el esfuerzo, la dedicación y sobretodo la mañosería de una chica que se enfocaba en tener buenas notas en sus años de universitaria. 

Al encontrarlo también note mi certificado y demás papeles que avalan que concluí con excelencia mis estudios. 

En México, a los alumnos se les evalúa en una escala numérica, siendo el número 10 el valor máximo de dicha escala (explico esto, por si eres extranjero)... 

Bueno, tomando en cuenta esto, cabe mencionar que la universidad me dio un premio por haber sido la estudiante más sobresaliente de mi generación en el aspecto académico. Sin embargo, debo confesar que al ver mí certificado lleno de "dieces" no pude sentir más que un deseo incontrolable de querer prenderle fuego a todo. A mi certificado, a mi título, al dichoso premio ese... 

Me invadió una rabia, un coraje como nunca antes. Tenía ganas de destrozar todo lo que encontré, pero el fuego... ahh bendito fuego.

Me daban ganas de hacer una hoguera y cantar como bruja alrededor de ella.

Pensarás que en este punto de la madrugada ya me he vuelto loca... quizás un poco. Pero la realidad es que mi enojo se remonta al sistema educativo. Ese sistema mentiroso y sádico que te "evalua" de forma numérica.

¡Carajo!, lo único que esos dieces me hicieron sentir fue miserable. La vida real no son números, cada diez representa la gran falla de todo un sistema, ese que te quiere hacer creer que cada diez representa éxito, cuando realmente es todo lo contrario. 
Cada Diez es un CERO en la vida real, no significa ABSOLUTAMENTE nada.

Y a pesar de esta situación tan terrible, se les sigue educando a los niños a que si no tienen una boleta llena de dieces o nueves son inútiles, buenos para nada, fracasados. 
¡Qué manera de manipular la psicología de las personas desde temprana edad! 

Me parece en cierto grado un acto terrorista. 

Y es sinceramente una estupidez muy peligrosa. Porque cada día en las escuelas se están formando personas que en un futuro no serán más que seres humanos frustrados y que por tener buenas calificaciones creeran tener el futuro asegurado y viceversa. 
Lo peor de todo, es un problema que se transmite de generación en generación. 

Se debe de romper el ciclo y eso es, justamente, educando. 
Conocer los nuevos modelos de educación, investigar las alternativas de los países desarrollados, y aplicarlas ya ni siquiera en la escuela, sino desde casa. 
Países desarrollados como Finlandia nos demuestran que lo importante no es la formación de seres "Profesionales" sino la formación de "Seres Humanos".

Seres humanos que no formen parte de una estadistica y que puedan desarrollar la suficiente capacidad psicológica e intelectual para sobrevivir en este mundo sin escrúpulos.

Comments

  1. Leo y acompaño. No estás sola. Nunca lo estarás.

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  2. Gracias Anónimo, por tomarte el tiempo de leer mis colapsos mentales.

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